miércoles, 2 de marzo de 2016

Abuso es sistemático, es progresivo”

Cada día en Nicaragua son abusados casi 14 niños, niñas y adolescentes de entre 0 y 17 años, basados en las estadísticas del Instituto de Medicina Legal (IML), sobre los casos que atiende.
De las 6,052 víctimas de abuso sexual que recibió el IML en el 2014, 5,035 estaban entre ese rango de edad.
Y aunque el informe estadístico del 2015 no ha sido publicado, a inicios de 2016 autoridades del IML informaron que el año pasado el 90% de las víctimas de abuso sexual fueron menores de edad de 0 a 13 años. El Nuevo Diario conversó con el sicólogo Manuel Leiva Loredo sobre los factores que determinan este problema.

Las estadísticas del Instituto de Medicina Legal indican que casi el 90% de las víctimas de abuso sexual son menores de edad ¿qué lectura podemos hacer de ello?
Tiene que ver con el hecho que la sociedad es bastante adultista. Aunque se han promulgado leyes, códigos y tratados internacionales que abogan por la niñez, realmente en el imaginario de la gente el niño todavía es un sujeto, pero que no tiene derechos; los padres deciden sobre lo que los hijos quieren, hasta la ropa, entonces es como que el niño no tiene opción de decidir. Esta visión adultista hace que los niños sean más vulnerables. Si nos vamos a los términos, por ejemplo infante, de infancia, eso se ocupaba en Roma, la palabra infante viene de infantería, que eran los que andaban a pie en la guerra y eran los primeros en mandar a combate. En la medida en que la sociedad mantiene esa postura arcaica que el niño no tiene derecho lo hace más vulnerable; vemos a padres que dicen que son sus hijos en un sentido de posesión que va más allá del hecho de amarlos y protegerlos, si no de decidir por ellos.
Esto hace que sean más vulnerables a la hora que quisieran defenderse. Otro factor que incide es la obediencia, al niño mucho se le recalca ser obediente y ante figuras de poder, como los abuelos, los profesores, los adultos en general.
Las estadísticas del Instituto de Medicina Legal también muestran que los abusadores son familiares o allegados a la familia ¿eso está determinado por la situación que me acaba de describir?
La estadística es bastante clara, la mayoría de abusos ocurren en la casa, excepto violaciones por delincuencia común, pero esos son estadísticamente menos. Por eso ahora el Código contempla el término violación agravada, lo agravado lo da no solo la ventaja, la premeditación y la alevosía, sino el tener vínculo con la persona. Ocurre también porque el niño generalmente pasa solo, tenemos que entender que la mayoría de padres andan trabajando la jornada laboral de 8 horas o más y eso agudiza la situación de vulnerabilidad, y más en familias numerosas y con el hacinamiento que se vive en Nicaragua. Todas esas condiciones facilitan el que alguien agarre a un niño y abuse de él. Hay que entender el abuso desde varias cosas previas, o sea, la violación o el acceso carnal es lo último que ocurre. El abuso es sistemático, es progresivo, comienzan desde observarlo, manosearlo y va escalando el nivel hasta que llegan a la penetración, que sería en el ideal masculino la cúspide de la sexualidad. Entonces tiene que ver mucho con cómo nos enseñan a ser hombres y cómo nos enseñan a ser mujeres y cómo vivir nuestra sexualidad.
¿Por qué? Explíqueme mejor eso, por favor.
En el hombre, por ejemplo, la sexualidad es más objetiva. Al hombre se le enseña en la socialización de género que es hombre si tiene acceso carnal, no mira los preámbulos de la actividad sexual como algo que lo llena, no siente que la caricia, el abrazo, el afecto son parte de la sexualidad, él es concreto, lo que quiere es el acceso carnal. Entonces con el niño, aunque va llevándolo por un camino progresivo, el fin que busca es el acceso carnal. La violación es un hecho de poder y aunque sí se busca el acceso carnal, la satisfacción está más en el sometimiento, no solo físico y de golpes, sino en el hecho de imponerse sobre otra persona, el hecho de no atender sus necesidades, eso también tiene que ver con la construcción de masculinidad porque la sociedad le enseña que él es quien manda. En lo que llamamos machismo o masculinidad androcéntrica ves que en la escala va el hombre arriba, después las mujeres, después los niños y después las personas con opciones sexuales diferentes, entonces como siente que está arriba siente que tiene poder sobre todos los que están abajo.
¿La poca denuncia que hay de los casos de abuso sexual infantil es por el hecho de que los principales victimarios son familiares o conocidos?
Tiene que ver con el hecho de que en las familias se tienden a guardar secretos, no solamente en el tema del abuso, sino en el consumo de sustancias. A una familia le causa mucha indignación tener esas situaciones, a personas que rompen lo que la sociedad estipula como correcto. Y tienen miedo a hacerlo público por la estigmatización del resto de la sociedad, entonces ocultan el hecho por temor, vergüenza y creen que esa es la mejor manera de ayudar a la víctima; hasta cierto punto no dejan de tener razón por el hecho que la sociedad no está preparada para saber qué hacer con un tema que a estas alturas está lleno de tabúes. Por eso no denuncian. Y si es un miembro de la familia y ese miembro tiene una posición de poder significativo, ya sea económico o una posición de prestigio, les cuesta, la familia entra en una crisis. Y lo otro es que casi nunca se lo creen, esa es una manera de evadir la realidad, es un mecanismo de defensa ante no saber qué hacer y sentir que fue su culpa.
En muchos casos de abuso sexual está la duda respecto a lo que el niño o niña cuenta ¿qué elementos hay que tomar en cuenta para saber que estamos ante un caso de abuso sexual?
Las reacciones del niño te van a dar un indicador. Nosotros como sicólogos, por ejemplo, no decimos ‘este relato es verdad’, pero decimos ‘este relato es creíble’ cuando vemos que hay una sincronía entre lo que el niño dice, cómo lo dice y los elementos que tiene para decirlo. Un niño, dependiendo de la edad, no conoce muchas cosas que suceden durante el abuso porque no forman parte de su proceso cognitivo, de su educación, ni tampoco por vivencia propia, entonces esos elementos que te da el niño tienen una relación. Nosotros le decimos fenomenológica, o sea hay reacciones en el cuerpo, hay reacciones a nivel de sensopercepción. En el caso del relato de un menor se tiene que considerar si hay estos elementos y siempre hay que creerle. Si me preguntas como padre y como sicólogo qué recomendaría: creerle al niño, porque raramente va a mentir en algo tan grave.
El hecho que tengamos esta problemática tan arraigada y que en muchos casos no se denuncia ¿cómo repercute en la sociedad?
A nivel de familia eso va a depender de los factores protectores de cada familia. En una familia donde hay unidad, capacidad económica… porque eso cuenta, no es lo mismo que a un niño abusado lo llevés al sistema público de salud a que le pagués un tratamiento con un especialista. No estoy diciendo que los sicólogos del sistema público no saben, pero la secuencia de la cita en una clínica privada es semanal y en el sistema público es mensual, entonces todos esos factores, la unidad, la comunicación que tengan, la edad a la que ocurrió el evento, las circunstancias en la que se da y la respuesta de la familia van a marcar una mayor posibilidad de recuperación. A nivel de comunidad generalmente lo que hay es más estigmatización, desgraciadamente la comunidad más bien refuerza el dolor de la gente, la comunidad no está preparada, le falta más sensibilización, no es falta de conocimiento porque lo tienen, las organizaciones han trabajado mucho en la parte de conocer, pero no en la parte de sentir, de ser más solidarios, más empáticos y que respeten a las víctimas. Y a nivel de sociedad, por un lado al Estado le corresponde el cumplimiento de las leyes, ser más beligerante con el cumplimiento de las normas, y que las diferentes instituciones, ya sean universidades, escuelas, etcétera, asuman compromisos serios contra el abuso sexual.

El especialista

Manuel Antonio Leiva Loredo
PROFESIÓN: Sicólogo clínico
Edad: 36 años.

Especialista en Género y Violencia.
Trabajó en un enfoque en derechos de la niñez y nuevas masculinidades.